Lecturas de patrimonio: el templo de Almonacid de Zorita
Una iglesia que está sin acabar, mal rematada, y desarticulada en sus partes, sigue teniendo interés por los elementos que ofrece, y aquellos de los que carece. Una iglesia a medias, pero interesante, la de Almonacid de Zorita.
Presidiendo una de las varias plazas con que cuenta Almonacid de Zorita, se encuentra su templo parroquial dedicado a Santo Domingo de Silos. Se trata de una obra que está sin terminar. Su construcción comenzó realmente en los últimos años del siglo XV, y de entonces data la portada principal, orientada al sur, tallada en piedra caliza de muy mala calidad, que ha resultado desgastada y dañada por los elementos. Modernamente se le puso un tejaroz para protegerla, continuando el atrio porticado que corre sobre el muro meridional del templo.
Posiblemente sea esta portada del templo almocileño lo más interesante del edificio, al menos en su vertiente ornamental. Se conforma por un alto alfiz que engloba el ingreso, el cual está formado de cuatro arcos superpuestos, semicirculares, decorados de bolas, cardinas, baquetón y numerosos elementos de iconografía gótica (animales, quimeras, niños, frutas, etc. ) todo éllo bajo un último arco de tipo florenzado, que está guarnecido de cardinas y grandes cardos en las puntas, de una estructura muy poco utilizada y plenamente incluido en el estilo gótico‑isabelino. Los arcos descansan sobre breves capiteles y columnillas adosadas, recubiertas también de profusa ornamentación gótica.
En las enjutas de este arco se ven sendos escudos tallados: el de la izquierda pertenece a la Monarquía castellana, en la época de los Reyes Católicos, lo cual nos confirma la datación del templo. El de la derecha pertenece a la Orden de Calatrava, porque la administración de la villa y su término correspondían a esta Orden Militar, señora de territorios. Esta portada del templo parroquial de Almonacid guarda una indudable relación de parentesco con la portada de la parroquia de Albalate, hasta el punto de poderse afirmar que se deben al mismo, y desconocido artista.
De lo que se pensaba realizar como ampliación del templo, en unas dimensiones colosales, solo se llegó a levantar el ábside y parte del presbiterio, y es lo que hoy vemos sin terminar. Los muros, muy elevados, pero sin rematar nunca, quedaron constituyendo la torre del templo, con muchos vanos, simulando una torre castillera sin estilo alguno, muy pesada incluso fea. Ya en el siglo XVI, por aumentar notablemente la población de la villa, se trazó el proyecto de una gran ampliación, pero de ella solo se levantó, como he dicho, el ábside y presbiterio, que hoy lo encontramos abrazando el templo por detrás, y sin techar, por lo que constituye una especie de amplio patio trasero al que se accede por una puerta desde el lado del retablo.
Aunque el grandioso proyecto, muy en la línea de la Orden Calatrava, no se llegó a acabar, hoy se puede contemplar detalladamente pasando por una puertecilla tras el altar actual. Así nos encontramos en una amplio espacio en el que la estructura inacabada de este ábside ofrece una planta poligonal, con una gran altura en sus muros, que son de sillar con contrafuertes, añadiendo flameros, ventanales y moldurajes de gran efecto, todo ello en el mejor estilo del gótico último, que tanto se utilizó en Castilla durante la primera mitad del siglo XVI. Es realmente impresionante ver, sobre una planta poligonal, los grandes pilares cilíndricos adosados a las esquinas, y totalmente estriados, con collarines al inicio de las bóvedas, que conforman el primitivo presbiterio, sin techar hoy, de este templo. Las trazas del mismo parecen estar dadas por Ballesteros o algún otro arquitecto del siglo XVI que, como él, trabajara ampliamente en los pueblos de la Alcarria. El templo quedó reducido a un simple ámbito de tres naves con pilares revocados de yeso separándolas y una cubierta abovedada sin relieve alguno, más un coro alto a los pies.
En uno de los muros exteriores de esta iglesia aparece un pequeño emblema heráldico, sencillo, que muestra dos llaves cruzadas bajo una esquemática cruz. Y en su parte inferior, surmontadas las letras PE / DRO en dos líneas. Evidentemente es un escudo representativo del curato, porque muestra las llaves del primer pontífice, Pedro, símbolo que recibió de Cristo al fundar la Iglesia.
En el interior destacan las dos capillas de tipo gótico que se encuentran en la cabecera de las naves laterales, teniendo su ingreso formado por arcos apuntados y las cubiertas de sus ámbitos ocupadas por bóvedas de crucería con muy bellos arranques en las esquinas.
La actual capilla mayor ofrece un retablo moderno, en el que sobresale de mérito un lienzo representando a la Inmaculada. A los pies del templo hay un buen cuadro de San Martín, y en la sacristía se encuentra una pieza verdaderamente excepcional, como es el Cristo de la Buena Muerte, pieza gótica, del siglo XIV, tallado en madera, recientemente restaurado, que puede calificarse de la auténtica joya de la parroquia, y de un estilo y aspecto como no se encuentra en muchos kilómetros a la redonda. Además existe una pequeña talla de un Niño Jesús, que tradicionalmente se ha atribuido a Berruguete, aunque pertenece, más modestamente, a algún buen tallista de la escuela barroca castellana. También hay una abundante colección de cálices, patenas, etc, pero todo bastante moderno y sin especial valor. Y por supuesto un abundante y bien cuidado Archivo Parroquial en el que se guardan interesantes documentos para la historia eclesiástica de Almonacid.
Además encontramos, en la capilla derecha del crucero, la pila bautismal que es obra del siglo XVI y ofrece una copa adornada sobre la piedra con detalles ornamentales platerescos. No he llegado a hacer, en el caso de Almonacid, indagación documental en su archivo parroquial, pero es muy posible que allí se encuentren los datos que refieran autorías de piezas y elementos. Sin embargo, por proximidad (geográfica y de fechas) con la pila parroquial de Albalate, esta de Almonacid podría ser obra del escultor Juan de la Sierra, a mediados del siglo xvi.
En la nave del Evangelio se abre la capilla de Ballesteros, donde están enterrados los restos mortales de tan magnánimo caballero que dejó una Memoria al pueblo. El apellido Ballesteros, muy común en Almonacid y en general en toda la comarca de Zorita, quedó también dando carácter a una leyenda que corre sin cesar de boca en boca, y es la que dice que un tal Manuel Ballesteros fue uno de los que asesinaron a Prim, el general que fue presidente de gobierno, en 1871, y que como era de aquí se refugió en su casa, y aunque todo el mundo sabía quien era, y lo que había hecho, nadie le denunció y pudo seguir viviendo tranquilo, y con su amante, muchos años en el pueblo. Así lo contaba Emeterio Ceballos, pero nada seguro hay sobre ello.
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