Pilas románicas de Atienza

viernes, 11 marzo 2011 0 Por Herrera Casado

Uno de los espacios más recónditos de las iglesias suelen ser las capillas bautismales. Al fondo de todo, bajo el coro, en la última de las capillas, siempre en oscuridad, sirviendo de almacén de andas y faroles… la capilla bautismal, ahora en que casi nadie se bautiza en los pueblos, está ya casi en el olvido. Y el elemento fundamental de ella, la pila bautismal, que suele una piedra tallada descomunal y pesadísima, ha ido siendo olvidada de todos. Pero conviene recordarlas, porque las hay hermosas, antiquísimas, espectaculares… 

Pila bautismal de la iglesia de la Santísima Trinidad de Atienza (fotografía de A. Herrera Casado)

Atienza románica 

La villa de Atienza es uno de los enclaves principales de Castilla, de esa Castilla antigua, pionera, esencia de un idioma, de unas instituciones y clave para entender la historia de un gran país como es España. De esa semilla han nacido muchas cosas, que ahora están usándose como elementos de un cóctel amargo. Pero hay sustancias que brillan por sí solas, y una de ellas es Atienza. La villa fronteriza, en medio de los caminos que bajan de una meseta a otra, que dan paso desde Aragón a la Extremadura, que atalayan sierras y explican memorias. 

Fue Atienza un punto crucial en las comunicaciones, y en las estrategias, de la Edad Media. En torno a un castillo casi nacido de la naturaleza, se levantó un pueblo, de origen celtíbero, y siempre cuidado por romanos, por visigodos, por árabes… el reino cristiano de Castilla lo tomó en 1085. Era rey entonces don Alfonso VI, hace de ello más de novecientos años. Y fue prosperando, mientras la gente iba, de un lado a otro, a pie o en mulas. Allí pusieron sus casonas los arrieros, que llevaban expediciones de materiales de una meseta castellana a la otra. Allí los reyes de Castilla, especialmente Alfonso VIII, dejaron beneficios y exenciones. Y allí sus gentes levantaron edificios magníficos, palacios, iglesias, el castillo, posadas y concejos. 

Hasta catorce iglesias parroquiales llegó a tener Atienza. A más del convento de los franciscanos. Y otro de los hermanos de San Antón, en el arrabal de Puerta Caballos. Esas iglesias, la mayoría construidas, en los siglos XII y XIII, ofrecían elementos arquitectónicos propios del estilo románico, la esencia de una religión dominante con un sistema de catecumenismo muy simple: parlamentos de los ministros en los templos, domingos y días de fiesta (que eran la tercera parte del año) y muestras gráficas de la religión, símbolos y escenas, tallados o pintados sobre los muros, en las portadas, al sol del verano, a la luz del invierno. 

De todo aquello han quedado hoy seis iglesias, en Atienza, en las que aparecen restos más o menos importantes del estilo románico. Y en cuatro de ellas, y como por milagro, han pervivido sus pilas bautismales, que paso a describir, porque merecen ser recordadas, admiradas, apuntadas aquí, al menos, para que el viajero que vaya por Atienza sepa que también son ellas, aunque en espacios escondidos, las que reclaman su visita. 

La pila de San Gil 

En la iglesia de San Gil, que es ahora Museo de Arte Antiguo (el primero que fue creado en Atienza a instancias de su incansable párroco don Agustín González) a los pies de la nace aparece una pila de 96 cms. de alto por 112 de diámetro de la copa. Con un pedestal estriado, y decorada a base de arcos de medio punto separados por gruesas columnas dobles, vemos cómo estos arcos se cobijan bajo una pequeña chambrana que parece estar formada de perlas peñas, o de diminutas puntas de diamante, a imitación de las que aparecen en las portadas de los templos. Sobre estos arquitos, va un filete en cuyo borde vuelven a aparecer las puntas talladas de diamante (o dientes de león que otros llaman). Forma parte del museo de San Gil, y es expresión de la función primera que tuvo, la de cristianar a la gente, administrando ese sacramento que imprime vida y sentido de comunión con los demás hermanos. 

La pila de la Santísima Trinidad 

En esta iglesia, también convertida en Museo, se ha dejado la pila antigua en su originaria capilla, donde se acompaña de un fabuloso Calvario románico restaurado. Es de copa semiesférica y basa troncopiramidal estriada en su superficie. De 102 cms. de alto y 109 de diámetro de la copa, en esta vemos tallados una serie de arcos de medio punto que la recorren por completo. Estos arcos se unen en sus fustes y llegan hasta el nudo de la basamenta de la pila. Tiene además un ribete por su extradós, a modo de chambrana, con finas labras que semejan mínimas puntas de diamante como las que presentan las portadas de los templos. En el brocal se ve un tallado de puntas de diamante más grandes. Todos los arcos van unido en sus fustes. Como se puede apreciar, a nada que se piensen en lo leído, las pilas de San Gil y la Santísima Trinidad son prácticamente iguales. La de este templo añade un detalle, como son pequeñas cruces talladas entre las arcadas. Es sin duda obra de la segunda mitad del siglo XII o principios del XIII, y como se verá por las descripciones que siguen, todas ellas fueron hechas en la misma época y por el mismo grupo de tallistas. 

La pila de San Bartolomé 

Es esta iglesia el tercero de los actuales museos de arte que ofrece Atienza. Aparcada en un lateral del mismo, sus dimensiones son parecidas a las anteriores: 83 cms. de altura y 113 cms. de diámetro de la copa. Su base es también troncopiramidal, estriada. Y en la superficie aparecen, una vez más, los anchos arcos, con su extradós decorado de pequeñas bolas simulando puntas de diamante, que también aparecen decorando el borde de la pila. Cualquiera diría que las tres pilas fueron hechas en serie. Los arquitos de esta apoyan sobre columnas, pareadas, que van muy en relieve, por lo que ofrecen sombras pronunciadas, dándole un mayor sabor románico a esta pila. 

La pila de Santa María del Rey 

Ahora salvada y limpia, esta pila estuvo muchos años, como el templo todo, bajo los escombros de una progresiva ruina. Es más pobre (quizás más antigua) que las anteriormente descritas. Aunque esta iglesia, bajo el castillo directamente, fue la que presidía un barrio denso de habitantes y cuajado de palacios y casas de ricos recueros. De menor tamaño también, y de las primeras décadas del siglo XIII. En todo caso, también lleva tallados una sucesión de arcos que se suceden sobre incisiones que forman gruesos gallones. Su borde es liso, y, como digo, impresiona de mayor sencillez y antigüedad que las anteriores. En todo caso, la piedra es evocadora de tantas jornadas alegres, de tantos ritos bautismales, de tantos cánticos, sonrisas y parabienes. Piedras talismanes, quizás, podrían ser llamadas estas pilas bautismales. Ganadas al tiempo, en todo caso, ganadas al olvido.  

Reunión románica en Atienza 

El próximo fin de semana que va del viernes 25 al domingo 27, Atienza va a ser la sede de la Asamblea anual de los “Amigos del Románico”, una institución que reúne a miles de personas interesadas en el estudio, la visita y la admiración de todas las manifestaciones (artísticas, sociales, literarias) que el mundo románico dejó en España. Una visita a estas iglesias museo el sábado 26 por la mañana; una jornada de comunicaciones y asamblea por la tarde, y un viaje al románico de la sierra Pela el domingo 27 completará esta reunión que supone mucho para el turismo de Atienza y de Guadalajara. Para conocer esta potente asociación cultural de rango nacional, entrar en su sitio web, http://www.amigosdelromanico.org/ donde se puede uno pasar, de visita, varios días, y donde cualquier puede hacerse socio de esta activa e interesante entidad cultural.