En Pareja renace un palacio

viernes, 2 abril 2010 1 Por Herrera Casado

Por suerte podemos decir que un nuevo edificio renace en la Alcarria. Una actuación particular que quiere poner en valor una plaza señorial y opulenta, de olmas centenarias y palacios hidalgos. Es la plaza de Pareja, que gracias a la iniciativa de don Angel Montero está viendo restaurarse el antiguo palacio del hidalgo labrador don Miguel Tenajas Franco, con el doble objetivo de mejorar su aspecto, y dedicarle a tan benéficos  fines como centro hostelero y museo de las cosas alcarreñas. Iniciativas así merecen todo el apoyo, de los alcarreños que vamos viendo nuestra tierra día a día, y de las autoridades que tienen la responsabilidad de mantenerla digna y espléndida.

Las obras de remodelación de este palacio, joya del barroco rural en la Alcarria, están a la espera de recibir el visto bueno y la ayuda de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que tiene abierta una línea de ayudas a aquellas iniciativas que devuelvan en su pureza la esencia arquitectónica de los grandes edificios rurales. Cuenta ya con el apoyo, autorización y licencia del Ayuntamiento de Pareja, que tiene previsto iluminar su fachada cuando acaben las obras.

El palacio de los Tenajas en la plaza mayor de Pareja.

El palacio de Pareja

Cuando el viajero llega a Pareja, y tras ascender las cuestas asienta en la plaza mayor, se queda admirado del empaque del sitio, de los caserones y palacios que la rodean, de la gran olma centenaria que sobrevive en su centro.

De entre los edificios, llama la atención el que, ya restaurado en su fachada, se supone el más linajudo de todos. Lo describo a continuación.

Está presidiendo la plaza mayor de la villa, ocupando por completo su costado de poniente, escoltado por dos calles. Ante él aparece la fuente de la plaza, y más adelante abre sus ramas la gran olma centenaria. Ocupa el palacio una parcela de 420 m2 y la superficie del mismo, sumadas todas sus plantas, es de 1.300 m2. Tiene sótano, planta baja, planta principal y planta abuhardillada bajo cubierta de madera vista.

La fachada principal que se abre a la plaza, tiene un trazado de proporciones neoclásicas: se genera a partir de un eje central marcado por el pórtico de acceso y el gran escudo esculpido en la parte superior de la fachada, sobre el dintel de su balcón central. Simétricamente a este eje se sitúan cuatro grandes huecos en planta baja, y otros cuatro balcones en la planta principal. En la parte superior de la fachada aparecen pequeños huecos de iluminación de la buhardilla y una mansarda central. Se remata con una línea de cornisa formada por moldura labrada en piedra. Todos los huecos están enmarcados en piedra natural del país.

El estilo, composición, y materiales, además de la clarísima inscripción del escudo de fachada, fechan este palacio en 1786. Es de gran empaque su parte posterior, que se abre sobre un gran patio, que tiene acceso independiente para los antiguos carruajes. Abierta a la solana y con vistas a la iglesia parroquial, vemos que esta fachada posterior sigue un esquema similar a la principal, destacando en ella una solana de madera desde donde se contempla una completa visión de la iglesia parroquial. En ambas fachadas, los materiales que las constituyen son aparejo enfoscado y revocado, mostrando bien tallados sillares en las esquinas y aleros, y piedra natural tallada en los recercos de los huecos.

Aunque solo son suposiciones, podría ser autor de las trazas de este palacio el arquitecto del obispado de Cuenca en esos años de finales del siglo XVIII, don Mateo López, natural de Iniesta, académico que fue de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y autor de otros palacios, casonas y capillas en la catedral y obispado de Cuenca.

Al interior, una vez atravesada la puerta mayor del edificio, nos encontramos con una distribución que se corresponde con el esquema clásico de vivienda señorial del siglo XVIII. Esto es: en la planta baja y en el frente del edificio se ubican salones, comedor y cuarto de baño. En el testero se encuentran las cocinas, el patio trasero y despensas. Por el patio trasero, que tiene entrada de carruajes por la calle de la Iglesia, se accede al semisótano abovedado de 200 m2, con columnas de piedra, siendo un espacio singular. En este semisótano existe una cueva con entrada de piedra en forma de dovelas. En el patio trasero existe un espacio en donde se pueden ubicar las cocinas y cuartos de aseo. Todo está diseñado en ella con amplitud y grandiosidad, para que no faltara detalle en comodidad y utilidad para sus habitantes. La planta principal tiene dormitorios y despachos en fachada, dependencias de servicio, cuarto de baño, etc., con cinco balcones sobre la plaza, y dos balcones y diversas ventanas con vistas al patio trasero y a la iglesia. Finalmente, la planta abuhardillada, bajo la cubierta, con faldones formados por una valiosa estructura de vigas de madera vista, sería utilizada como parte más seca para almacén de granos y viandas. La previsión con que se hizo esta casa queda patente al gozar del sol invernal de media tarde, y de las vistas fabulosas sobre sierras y valles, que hay en la galería alta de la fachada posterior.

Las plantas baja, principal y buhardilla se comunican entre sí por una escalera imperial de tres tiros, con iluminación natural por el patio trasero. El semisótano abovedado tiene unos 200 metros cuadrados y un pasadizo secreto con puerta de entrada formado con dovelas de piedra berroqueña.

La clave histórica de este palacio de Pareja está, sin duda, en el gran escudo de la fachada, tallado sobre dos grandes piezas de alabastro, que un tanto regular aún se conserva en el sitio y forma en que se colocó el día de su construcción. Este escudo y la inscripción que le acompaña nos vienen a decir año de construcción (1786), persona que lo mandó construir, y propietario del edificio (don Miguel Tenajas Franco), fecha de su muerte (agosto de 1787) y persona que colocó la placa (su hijo Juan Tenajas Lerin). Los Tenajas de Pareja obtuvieron la hidalguía por privilegio del rey Felipe V en 1732, usando desde entonces el escudo de armas que se ve debajo de las inscripciones, y que luce en otra casona de la villa. Es un escudo partido, teniendo en el primer cuartel una torre sumada de un lobo pasante, y en el segundo cuartel, que está cortado, en el primero un árbol de cuyas ramas penden dos calderos, sobre ondas de agua sumadas de dos lobos pasantes, y en el segundo un escudete redondeado que lleva al centro la cruz de Calatrava escoltada por cuatro flores de lis con bordura de ocho cruces de San Andrés. Ello clarifica una cosa, y rompe una tradición largamente abrigada en Pareja, pero con seguridad incierta: que este no fue palacio de los obispos de Cuenca, y que se construyó en la segunda mitad del siglo XVIII presidiendo una plaza de nueva hechura que por entonces se demarcó y centró con una gran olma y se rodeó del edificio del Concejo (al costado de levante) de otro palacio de hidalgos labradores, el de los Benito (al costado norte), de casas sencillas y tiendas soportaladas (al costado sur) cerrando el conjunto de esta plaza tan ilustrada y tan poco medieval el palacio objeto de nuestro estudio.

Los hidalgos labradores Tenajas y Franco

Los Tenajas y Franco son un ejemplo muy elocuente del nuevo sustrato social que aparece mediado el siglo XVIII en la Ilustración borbónica de España: son labradores, ricos, dedicados exclusivamente al cultivo de las tierras de su término, y que inician industrias de transformación de lo que cosechan, poniendo molinos, batanes, pañerías, dulcerías, comercios, etc.

Bajo la leyenda que supera al escudo y que vemos junto a estas líneas: ANNO 1786. INITIUM HUIC OPERE EREXIT DD. MICAEL TENAJAS FRANCO. MORTE QUIEVIT OCTAVO IDUS ANNO DOMINI MDCCL­XXXVII. ELAVORAVIT JOAN TENAJAS está una larga tradición de laboriosas gentes villanas y pecheras. Evidentemente, al saberse sostenes con su económica laboriosidad de un nuevo Estado, aspiran a una honra y piden privilegios de nobleza. Estos concretamente obtuvieron la hidalguía en 1732. El más antiguo de la familia es don Juan Joaquín Tenajas y Zaldívar, al que se le entrega el privilegio de hidalguía: había nacido en Pareja en 1719 y casó en 1744 con doña Ana Franco. Juan Joaquín era de una parte labrador de tierras, y al mismo tiempo cursó estudios y alcanzó la licenciatura en Derecho y ejerció como abogado. En el Catastro del marqués de la Ensenada se le definía como propietario de casa propia, cueva y ganado.

De este matrimonio nacieron Juan José y Miguel Tenajas Franco. El primero, nacido en Pareja en 1745, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares y se licenció en Cánones, siendo profesor de la materia y doctor en Jurisprudencia, alcanzando a ser doctoral en la catedral de Coria y finalmente pasando a ser canónigo y finalmente Deán del Cabildo de la catedral de Cuenca. Su hermano menor, Miguel, fue quien administró los bienes familiares y el mayorazgo, levantando el palacio que hoy vemos en esta plaza de Pareja. Cursó en la Universidad de Alcalá la carrera de Leyes. Murió joven, dejando cuatro hijos de su matrimonio con doña Bernarda Lerin: el mayor, Juan José Tenajas Lerín, llegó a ser catedrático de Cánones en la Universidad de Alcalá y canónigo de Cuenca, como su tío. Más Rosa, Polonia y Julián. Fue Rosa la heredera del palacio de la plaza de Pareja: casó en 1798 con don Joaquín de la Sierra, natural de Beteta. Y en sus hijos quedó la casa. El mayor, capitán don Nicolás de la Sierra y Tenajas, así como sus hijos y sucesivas generaciones, vivió en ese palacio, que finalmente han vendido, en 2003, a don Angel Montero Sánchez, actual propietario, y entusiasta restaurador del mismo.

Memorias de Pareja

La villa de Pareja tiene una larga historia, que estudiaron en su día Víctor Ricote Redruejo y Marcos González López por encargo del entonces alcalde Francisco López Roncero, y la dejaron plasmada en un libro titulado “Historia de la Villa de Pareja” que ofreció datos interesantes y nuevos, reorganizó toda la información que sobre la villa y sus señores, los obispos de Cuenca, existía dispersa, pero no llegó a cuajar en algunas apreciaciones que nunca estuvieron claras, y a las que anteriores cronistas (Juan Catalina García y yo mismo entre ellos) confundieron y dejaron que siguiera rodando la bola de la confusión.

Hecha esta autocrítica, y visto el plano de Pareja de 1908, y asumidos los datos de referencias como las Relaciones Topográficas de Felipe II, llego a la conclusión de que el Palacio de los Obispos de Cuenca estuvo en la parte baja del pueblo, donde siempre se dijo que estuvo el castillo. Precisamente donde hoy se levanta la Plaza de Toros, y un edificio mastodóntico de viviendas modernas, monumento a la pasión constructora de pisos que durante el último decenio ha llevado a España al desastre económico que hoy vive.

Donde se ha levantado esa urbanización, y apoyándose en lo que aún queda de vestigio amurallado de un medieval castillo, estuvo el Palacio de los Obispos. Yo llegué a ver sus ruinas y a fotografiar los escudos del Obispo Solano de Cuenca, que lo mandó arreglar en 1787. Así lo confirma el plano de 1908.

Pero la plaza mayor de Pareja, que es de un evidente corte ilustrado, y que fue creada a comienzos del siglo XVIII con una estructura limpia y lógica, se vio dotada de un edificio para Concejo, otro para palacio del labrador hidalgo más rico del lugar, Juan de Benito Hermosilla, unas casas soportaladas para albergar las tiendas y los estancos, y en su costado occidental el palacio de los también labradores ricos e hidalgos a la sazón comandados por Miguel Tenajas Franco. En el centro, una fuente y una olma, como hoy vemos.

A la vista de la estructura de la plaza y de su evolución en los últimos siglos, resulta que el palacio hoy en rehabilitación, y destinado a mejorar con su elegante prestancia la plaza de Pareja, fue desde su inicio casa residencia del linaje de los Tenajas. Ilustrados, estudiosos, poderosos y con iniciativas. Ellos y su vecino de Benito fueron los creadores, a principios del siglo XIX, de la Sociedad Agraria de Pareja, institución en la línea de las Reales Sociedades de Amigos del País, motor socio-económico de las reformas ilustradas de los primeros Borbones.