LAYNA, otorrino

viernes, 22 junio 2001 0 Por Herrera Casado

 

En estos días se está celebrando en Guadalajara la IXª Reunión de la Sociedad Castellano-Manchega de O.R.L., la especialidad médico-quirúrgica que trata de las enfermedades de la garganta, la nariz y los oídos, participando en ella las primeras figuras de esta especialidad en nuestra Región.

Como un saludo a tan ilustres especialistas, quiero en esta sección traer hoy a la memoria colectiva la faceta de un alcarreño de pura cepa y densos saberes, el doctor Layna Serrano, escritor e historiador de nuestra Guadalajara y sus Mendoza, pero en su actividad de médico, y más concretamente de médico otorrino. En este sentido, Layna actuó en una  época en que dicha parcela de la Medicina estaba iniciándose en  España, pudiendo calificar a Layna, en ese contexto, como uno  de los pioneros de la especialidad en nuestro país. Será para muchos novedosa esta perspectiva de considerar la figura de Layna Serrano.

La biografía

Nació Layna en la villa de Luzón (Guadalajara), el 27  de junio de 1893. Hijo de médico rural, en Luzón y en Ruguilla  pasó sus primeros años, estudiando luego Bachillerato en el  Instituto de Guadalajara y pasando a la Universidad madrileña a  cursar la carrera de Medicina.

Su auténtica fama la consiguió como investigador de la  historia y el arte de Guadalajara, a la par que luchador y defen­sor de las esencias provinciales y de la cultura de Guadalajara.  Cuando contaba cuarenta años inició Layna sus estudios e investi­gaciones en torno a Guadalajara. Lo hizo llevado de la irritación  noble que le produjo ver cómo un multimillonario norteamericano  cargaba con un monasterio cisterciense de Guadalajara, entero, y  se lo llevaba a su finca californiana. Se trataba de Ovila. Layna  investigó, protestó, y así surgió su pasión de por vida.

Destaca Layna Serrano en sus investigaciones  históricas referentes a la familia Mendoza y su importancia en el  devenir de la ciudad de Guadalajara. También en sus aportaciones  a la historia de las villas de Atienza y de Cifuentes, así como a  la arquitectura religiosa románica y militar de los castillos de  la provincia de Guadalajara.

Fue nombrado por la Diputación Provincial de  Guadalajara, en 1934, su Cronista Provincial, dedicándose a par­tir de ese momento en cuerpo y alma a estudiar, a publicar, a dar  conferencias, a escribir artículos y a defender a capa y espada el patrimonio histórico‑artístico y cultural de la tierra alcarreña. Murió en Madrid, en mayo de 1971.

Layna como médico

El aspecto de Layna como investigador de la historia  alcarreña ya ha sido tratado en otros lugares, por lo que hoy tocaré exclusivamente su aspecto médico. Cursó la  carrera de Medicina en la Facultad  correspondiente de la Universidad Central de Madrid. Entre los  años 1909 a 1916, obteniendo en su desarrollo 8 aprobados, 9  notables y 11 sobresalientes, incluyendo una matrícula de honor  en la asignatura de las enfermedades de Garganta, Nariz y Oídos.  Fue calificado con sobresaliente en el ejercicio de Licenciatura,  y nunca llegó a obtener el grado de Doctor.

Desarrollo de la especialidad

 Ya en el comedio de la carrera, a partir de 1912,  acudió habitualmente al Instituto de Terapéutica Operatoria, la  Fundación Rubio y Galí, considerada por entonces, y desde 1880 en  que se fundó, el centro más prestigioso de formación de  especialistas quirúrgicos. Junto al Jefe del Servicio de  Otorrinolaringología, el Dr. José Horcasitas y Torriglia, comenzó  su formación en el área de las enfermedades de garganta, nariz y  oídos. Al terminar la carrera, en 1916, Layna podía considerarse  un especialista en esta parcela de la Medicina.

Poco después, en 1917, fue aceptado como médico  auxiliar, sin sueldo, del Servicio de O.R.L. en su sección de  Laringología, del Hospital del Niño Jesús, de Madrid, donde continuó formándose y colaborando junto al director de dicho  servicio, el Dr. Hinojar. En ello estuvo hasta 1929, en que por  reajuste de plantilla se prescindió de sus servicios. Allí  atendió durante una docena de años, en consultas y quirófanos,  multitud de niños afectos de problemas inherentes a la  especialidad.

También junto a Hinojar, su auténtico maestro, actuó  Layna entre 1916 y 1918 en la Cátedra de O.R.L. de la Facultad de  Medicina de Madrid. A partir de 1919, y hasta 1922 en que cesó voluntariamente, fue médico especialista O.R.L. en la Real  Policlínica de Socorro de la capital de España. Desde 1923, fue el único especialista otorrinolaringólogo de la por entonces  creada Unión Sanitaria de Funcionarios civiles, en la que actuó durante muchos años, prácticamente hasta su jubilación.

Puestos asistenciales

En 1922 entró Layna como médico O.R.L., en calidad de  especialista numerario, en la Asociación Médico‑Quirúrgica de  Correos, Telégrafos y Teléfonos, en cuya creación también colabo­ró activamente, y por cuyos servicios incansables le fue concedi­da, en 1923, la Cruz de Beneficencia de primera clase. En esta  Asociación trabajó Layna, asistiendo de continuo en su parcela  especializada a todos los trabajadores y familiares enfermos,  hasta 1955, en que se jubiló.

En 1925 obtuvo, durante un solo curso, sin  sueldo y con carácter de interinidad, el puesto de profesor  ayudante de clases prácticas de la Cátedra de O.R.L. de la  Facultad de Medicina de Madrid. Pero no siguieron por ahí los  pasos de Layna Serrano, y continuó con su asistencia de enfermos,  su práctica diaria de consultas e intervenciones, dedicándose de  lleno a su profesión, tanto en las entidades públicas referidas,  como en su clínica particular, progresivamente mas acreditada,  que tuvo primeramente en la calle Tres Cruces, nº 7, luego en el  número 15 de la calle Concepción Jerónima, y finalmente en una  lujosa mansión del número 106 de la calle Hortaleza.

La Guerra Civil la pasó Layna, con las penurias comunes  a todos los habitantes de la capital de España, dedicado a su  profesión y a la investigación histórica en la Biblioteca  Nacional. A partir de 1941 prestó servicios gratuitos de O.R.L. en la consulta del Dispensario de la zona Centro‑Hospicio de  Madrid, siendo desde 1947 médico forense en propiedad, y médico del Registro Civil. De todas sus actividades profesionales cesó hacia 1955‑60, en que se jubiló, dedicándose todavía, hasta su muerte en 1971, a la investigación histórica y a la publicación de artículos y libros sobre Guadalajara.

La obra científico médica de Layna

La producción científica de Francisco Layna Serrano,  centrada en el aspecto de la especialidad médico‑quirúrgica de la  Otorrinolaringología no fue excesivamente amplia, pero en todo caso sí lo suficientemente interesante, y con rasgos muy propios  de su época, como para que pueda analizarse en brevedad. Un detalle  inicial a consignar es el de que toda su producción científico‑médica la realiza en los primeros años de dedicación profesional,  concretamente entre 1916 y 1926, y en esos años publica sus  artículos, elaborados en solitario o en conjunción con el equipo  del Hospital del Niño Jesús de Madrid, en revistas de tipo médico  como son la «Revista de Especialidades Médicas», la «Gaceta  Médica del Sur», y en separatas con motivo de sus comunicaciones  al I Congreso Hispano‑Americano de Oto‑Rino‑Laringología celebrado en Zaragoza en abril de 1925. Es una excepción su libro  sobre la «Reflexoterapia endonasal», publicado en 1929, sobre el  tema que entonces se encontraba muy de moda.

La obra médica de Layna Serrano podría clasificarse en tres  apartados muy bien definidos:

     a) revisión de temas propios de la especialidad

     b) revisión de casos clínicos de interés    

     c) propuesta de tratamientos novedosos.

Se ocupó Layna, dentro del campo estrictamente  otorrinolaringológico, en el tema de la «Reflexoterapia  endonasal», muy de moda en los años 20, especialmente a raíz de la polémica teoría y práctica que sobre el tema había extendido el Dr. Asuero. En este sentido, Layna llegó a escribir un libro sobre este tema, que incluso se tradujo al inglés. A lo  largo de más de 200 páginas, estudia las teorías de Bonnier, y la  aplicación que de ellas hace Asuero, y si no totalmente  partidario de ellas, sí las admite en su generalidad, aportando sistemática e ideas nuevas al respecto. Llegó incluso a idear y utilizar algunos instrumentos de su invención para la aplicación  de estímulos sobre los cornetes nasales. En su obra aporta  algunos interesantes gráficos, todos de su mano, en uno de los  cuales expresa el pretendido «mapa» del organismo impreso en  miniatura sobre el cornete nasal, de tal modo que con estímulos  en las áreas correspondientes podía llegarse, según esta teoría,  a curar cualquier afección orgánica.

Finalmente, y todavía dentro del tema estrictamente  científico o de historia de la ciencia, Francisco Layna preparó  un breve trabajo sobre psicopatología, titulado «El Crimen por  imitación», con el que optó, y finalmente ganó, en 1916, una beca  ofrecida por el Instituto de Medicina Legal de Madrid para  asistir al Congreso para el Progreso de las Ciencias de  Valladolid. En este sentido, es de reseñar su breve trabajo sobre  «La oftalmología en Aragón al final del siglo XIV y en el siglo  XV», realizado a base de documentos inéditos, y que se publicó en  la «Revista de Especialidades Médicas” de junio de 1916.