Los pilotos rusos del Campo X de Azuqueca

Los pilotos rusos del Campo X de Azuqueca

viernes, 6 septiembre 2024 0 Por Herrera Casado

En este mes de agosto que acaba, se ha lanzado al general conocimiento el paciente trabajo del profesor García Sánchez, y que ha culminado en la edición de un libro que te tenido la oportunidad de leer en estos días: un libro de historia de la Campiña del Henares, de guerra, de aviones, de rusos y de heroicidades. Un libro empeñado en rescatar el pasado, que además lo consigue.

“En las fértiles tierras de la colectividad de Acequilla, a los pies de la majestuosa casa del Marqués del Valle dela Colina, el gobierno republicano decidió construir un aeródromo que sería fundamental en los primeroscompases de la contienda, justo cuando más difícil parecía la tarea de proteger Madrid de las tropas sublevadas. Conocido con el nombre en clave de Campo X, el aeródromo de Azuqueca aparece en las actas municipales del ayuntamiento bajo la denominación de “Aeródromo nº 112”. Con estas palabras comienza García Sánchez el capítulo de su libro dedicado a historiar el Campo X azudense, que llegaría a ser, durante un par de años (1937-1939) uno de los ejes de la aviación de guerra de la República Española, sumida en una Guerra Civil frente a las fuerzas militares de unos generales alzados que llegaron a consumar un Estado Español que finalmente ganó la contienda.

Todo empezó (y así nos lo refiere García Sánchez en su libro) con una reforma radical del agro español, y que en Azuqueca tuvo un singular éxito. Aunque primero, y en los antecedentes de la cuestión, se enumeran los dos grandes capitales que formaban el núcleo del poder agrícola en Azuqueca: de una parte, la finca Miralcampo propiedad de Alvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, y de otra la finca Acequilla, propiedad del octavo marqués del Valle de la Colina, Higinio Madrazo Escalera. El primero pudo huir en los primeros días de la contienda y refugiarse en Francia. El segundo fue capturado por las fuerzas de la República en los primeros días de la contienda, y ejecutado sin más. Así lo cuenta el historiador norteamericano Richard Kenneth Smith “… durante los últimos días del mes de julio apareció por la finca de Acequilla una muchedumbre armada que decía actuar en nombre del pueblo. Apresaron al joven marqués detreinta años de edad y le llevaron a prisión, de donde no saldría vivo”.

Requisadas todas las propiedades de las personas supuestamente contrarias al régimen del Frente Popular, en Azuqueca se formaron de inmediato unas colectividades agrarias, y el 28 de agosto del 36, el sindicato UGT montó una colectividad agraria en las tierras que habían sido de la propiedad del marqués mencionado, la Acequilla, donde un centenar de braceros iniciaron esta aventura, mientras que por esos mismos días el sindicato CNT comenzó a administrar la colectividad que se estableció en las tierras que habían sido del Conde de Romanones. Al parecer, la labor realizada en este último lugar fue tan positiva, que “según testimonio del capataz de la finca Don Ginés Tuero, el propio Conde de Romanones, al finalizar la Guerra Civil y volver de su exilio, quedó tan maravillado por la obra de los trabajadores que, en un alarde de humanidad y sin infundir sospechas, mandó buscar por las cárceles y prisiones de la zona a los protagonistas de “aquel milagro”, salvando a muchos de ellos de una muerte segura y dándoles refugio junto a sus familias en las tierras que con tanto esfuerzo habían trabajado”.

El libro del profesor García Sánchez ofrece una visión amplia de la Azqueca de 1936-39. Con sus cambios de alcalde, de nombres de calles, y de planes de desarrollo, especialmente agrícola, añadiendo el dato de haber sido un ligar donde llegaron gran número de desplazados, por estar cerca de Madrid y tener cierta seguridad de vida, a pesar de la escasez y las cartillas de racionamiento.
Pero la esencia del relato se centra en ese Campo X y lo que supuso para la villa. De una parte, ver llegar y despegar a diario decenas de aparatos novedosos, especialmente los Polikarpov rusos (los conocidos popularmente como “chatos”). Por otra, experimentar la presencia y acogida de aquellos pilotos, tanto en la Finca La Acequilla, como en varias casas principales del pueblo, en especial la “Casa de Pilotos” que fue domicilio de don Ángel Palacios y que acogió a la élite de la aviación de guerra republicana, tanto pilotos rusos, como norteamericanos, españoles y de otras nacionalidades. También la de aguantar bombardeos por parte de la aviación franquista, y los aparatos voladores de alemanes e italianos, que formaban escuadras combativas en los cielos del Henares.

De las fuentes que han proporcionado información al autor, quiere este destacar la de don Emilio Calleja, azudense que aún guarda en su memoria las imágenes de aquellos años. Y la de Alfonso y Carlos Pulido, que han querido cederle documentación gráfica importante que refleja rostros, atavíos y condiciones de aquellos héroes de sonoros vehículos aéreos.

Un recorrido meticuloso –final– nos brinda García Sánchez con la enumeración detallada de los pilotos, de sus biografías, de sus destinos, así como de los aparatos que volaron y guardaron en ese Campo X de Azuqueca, que por unos años se hizo eje de batallas y acontecimientos. De su obra, yo destacaría el minucioso relato de la forma en que se construyó el Campo X, analizando al detalle los documentos que se conservan de entonces. Pero también la idea que entresaca de cómo “Un pequeño pueblo de labradores y jornaleros jugó un papel fundamental en la historia de España”. Afortunadamente, el profesor García Sánchez tiene mucha otra documentación, de antes y de después de la Guerra, que le ha de servir para cuajar en un futuro la gran “Historia de Azuqueca Contemporánea” que se está necesitando. Pero esta muestra singular es la que centra todo el proceso. Con ello, podemos acceder a ese milagro que la Historia, y los libros que la narran, nos brinda cuando quiere exponerse ante nosotros: revivir cada acción, cada personaje, y cada momento clave de un hecho que pasó, y del que si no fuera por trabajos como este quedarían olvidados y el lecho del pasado vacío y oscuro. Con este “Campo X”, Azuqueca recupera su luz, su naturaleza dinámica, y su encanto latiente.

El libro

La obra del profesor Juan Antonio García Sánchez, que da clases de Historia en el Instituto “San Isidro” se titulada “Campo X” y lleva por explicativo subtítulo “Una historia de Azuqueca de Henares durante la Guerra Civil”. Tiene 208 páginas y forma parte como número 15 de la Colección “Claves de Historia” de la editorial alcarreña AACHE, empeñada desde hace décadas en el conocimiento y la divulgación del patrimonio cultural de Guadalajara. El libro, cumplido de texto y notas más una amplia bibliografía, está ilustrado con numerosas imágenes tomadas de archivos, o donadas por algunas personas de Azuqueca que las conservaron como parte de su historia, familiar y social. 

Precisamente el autor aclara que la fuente documental más valiosa de la que se ha surtido para el estudio del aeródromo de Azuqueca es el expediente 11701 de la Aviación Nacional, iniciado un 14 de junio de 1937 y existente en el Archivo Histórico del Ejército del Aire. Se trata de un dossier compuesto por un total de 22 documentos que engloban informes e imágenes referidas al aeródromo fechadas entre los años 1937 y 1939. Con todos esos documentos, y muchos otros testimonios, orales-directos y recogidos en libros y actas, está construida esta “historia de la Azuqueca en Guerra” que capta la atención de cualquiera que se ponga delante de este libro modélico.