Una cruz de plata: la de Valfermoso de Tajuña
El conjunto de piezas de arte realizadas sobre metales preciosos, especialmente la plata, tan abundante en nuestro país durante los siglos de la dominación sobre América, es tan grande y llamativo que constituye por sí solo uno de los capítulos más densos del patrimonio artístico guadalajareño. De entre los cientos de piezas existentes, escojo hoy una que me parece muy hermosa.
De Valfermoso de Tajuña he hablado en estas páginas varias veces, encomiando su aspecto de pueblo encaramado en la altura, su interesante historia, como refugio mendocino en épocas dificultosas, o como lugar donde se fabricaban antaño tantas sogas que así se le llamó popularmente al lugar, “Valfermoso de las sogas”.
El pueblo y su iglesia
Del interesante patrimonio arquitectónico de Valfermoso, destacan fundamentalmente dos elementos. De una parte el viejo castillo con su aljibe morisco (ver lo que de él he dicho en “Nueva Alcarria” de 5 abril 202). Y de otra la gran iglesia parroquial, joya del Renacimiento. De esta cabe decir que se alza en la plaza mayor, circuida al sur por amplio atrio descubierto y limitado por fuerte barbacana de piedra, sobre la que apoya magnífica fuente pública. Está dedicada a San Pedro Apóstol, y es de unas dimensiones gigantescas, con torre y muros de sillar bien labrado y zonas de mampuesto alternando con otras de encadenados de sillería. Es obra del siglo XVI.
Su portada, muy sobria y elegante, presenta talladas pilastras sobre pedestales, con capiteles toscanos, y coronando el friso con un frontón en el que aparecen, vacías, tres hornacinas. Rasgan los muros altos ventanales estrechos, de medio punto. El interior es de tres naves. Sus muros se hallan hoy vacíos, pues el gran retablo de talla y pinturas que tenía fue destruido en 1936 por radicales de izquierdas. Quedan ornando el altar mayor algunas chapas de plata repujada de las que formaban el rico frontal que regaló en el siglo XVII el hijo del pueblo don Juan de Dios Pérez Merino. Nada más de interés conserva esta iglesia. En casa de un vecino, aunque propiedad de la parroquia, se conserva una magnífica cruz parroquial, en plata con múltiples detalles iconográficos sobre chapas y repujados, obra de comienzos del siglo XVI, que pertenece a la escuela o taller de orfebrería de Sigüenza, y de las que hablo con mayor detalle a continuación.
La Cruz
Como en otras parcelas del arte, los estilos progresivamente creados por la sociedad europea en su avance continuo fueron llegando a España con cierto retraso temporal. Ocurre con todos ellos, y en este caso es muy evidente, porque esta cruz, que es de época ya plenamente renacentista, tiene todavía una estructura y unos detalles ornamentales que la dejan en la consideración de pieza gótica, aunque lleve técnicas más modernas en su construcción.
Se trata de una cruz procesional parroquial, toda ella en plata repujada y con detalles labrados a cincel. Lo gótico se ve especialmente en la silueta y en la macolla, aunque los elementos iconográficos tienden ya al canon renacentista. Es en todo similar a la de Ciruelas, en estructura y detalles, por lo que cabe asignársela al mismo autor de aquella.
Por hacer una descripción breve del conjunto, debo decir que ambas caras están densamente decoradas, sobre chapa de plata, con brazos que rematan en lóbulos adornados por figuras y escenas, y tanto en el centro del anverso y reverso, figuras destacadas.
Así podemos observar que en el centro del anverso aparece Cristo crucificado. En los extremos de la cruz aparecen: arriba, la Resurrección de Cristo; derecha, la Flagelación; izquierda, el beso de Judas; abajo, la Piedad. Entre estos extremos y el Cristo, en plata, aparecen las siguientes figuras: arriba, Dios Padre; derecha, San Marcos; izquierda, las tres Marías; abajo, San Juan Evangelista al que le falta el águila, perdida en alguna rapiña. Y que sabemos cómo era al mirar la misma figura en la cruz de Ciruelas. La pongo en imagen adjunta, para que el lector se percate.
En el reverso, presidido por una imagen de la Virgen en chapa de plata, muy poco vistosa, aparecen en los extremos: arriba, la Oración en el Huerto; derecha, el Cirineo ayuda a Cristo a llevar la Cruz; izquierda, la Coronación de espinas; abajo, Cristo ante Pilatos. Entre estos extremos y la Virgen, también en plata, aparece: arriba, Cristo con los hijos del Cebedeo (uno es Santiago); a la derecha, San Lucas; a la izquierda, Cristo y el milagro de la piscina; abajo, San Mateo.
No aparece visible marca ni punzón. Quizás en el mango de la cruz se encuentre alguna de estas marcas, pero no lo he podido investigar debido a estar clavada a la macolla, que es de construcción más reciente y sin importancia. Es obra tan similar en todo a la cruz parroquial de Ciruelas, obra de Martín de Covarrubias, de Sigüenza, que sólo a este autor se puede y debe atribuir. De Este Covarrubias sabemos que era originario de Burgos, donde se formó como platero, viniendo a Sigüenza a principios del siglo XVI, y formando taller que heredó su hijo Jerónimo, destacadísimo también en el arte de la platería, habiéndonos dejado numerosas piezas de su quehacer por pueblos de la diócesis, y mucha documentación generada en archivos parroquiales y en el del Cabildo de la Catedral.