Memorias de un Hospital
A lo largo de hoy viernes, 25 de enero, se van a suceder en el Hospital General de Guadalajara diversos actos con los que se culminará todo un año de conmemoraciones. Con un motivo único, el memorar que hace 25 años (realmente, ahora, se cumplen ya 26 exactos) se abrió y puso en marcha esta gran casa de la salud, en la que Guadalajara se ha mirado y ha encontrado que estaba siempre abierta a todos sus habitantes.
¿Quién no ha pasado, en este cuarto de siglo, por alguna de sus consultas, de sus salas de rayos, de sus laboratorios, o quizás –mala suerte- por alguno de sus quirófanos?
En la conmemoración de hoy, que trata de poner en primera fila a cuantos han participado en su creación y su imparable mejora diaria, saldrán a relucir palabras de recuerdo, asombro por tantas cosas hechas, indredulidad ante tantos cientos, miles, de profesionales que han dado vida a Guadalajara durante este tiempo, y que de una forma concreta reposarán cumplidamente en las páginas de un libro que hoy se presenta y que pone con detalle todo cuanto se ha hecho allí en este periodo.
El punto definitivo de una larga evolución
Aunque parezca imposible, el Hospital de Guadalajara, al cumplir sus 25 años de existencia, está más nuevo, más joven y más pujante, que cuando nació. Ello es lógico, porque los años, sobre todo los primeros de una vida, dan fuerza, dinamismo y experiencia. Y con el tiempo se gana, se crece en luz, se redimensiona y amplía en perspectivas. Eso es lo que ha conseguido, a día de hoy, y es 25 de enero de 2008, el Hospital Universitario de Guadalajara: estar en el mejor momento de su vida.
Este Hospital es el mayor logro de la asistencia sanitaria pública que ha tenido Guadalajara en toda su historia. Es el coda actual de una secuencia muy larga de entregas y soluciones para intentar paliar el segundo mal que aqueja al hombre. Si el primero es la muerte, de la que nadie se libra, el segundo es la enfermedad, a la que se va consiguiendo atajar y controlar con sabiduría y medios técnicos, paulatinamente, en una evolución que ocupa muchos siglos.
En Guadalajara existieron hospitales públicos desde la Edad Media. En las viejas crónicas se mencionan hasta siete albergues u hospitalillos que, en una ciudad mucho más reducida que la que hoy vivimos, existían en el siglo XVII. En realidad eran simples habitaciones, pajares vacíos y con goteras, a excepción de uno de ellos, el de la Misericordia, que siempre mantuvo un nivel aceptable de atención a los pobres y enfermos. En la relación que la ciudad de Guadalajara envió a Felipe II el año de 1579 se dice escuetamente: Ay en esta ciudad algunos hospitales para curar pobres, y miserables, y el uno de ellos es el Hospital de la Caridad y Misericordia para cuidarlos de las enfermedades que se les ofrece, a los quales acuden los vecinos, y los asisten con mucha piedad y cuidado. El Hospital de peregrinos forasteros estuvo situado en la cuesta de San Miguel, y el Hospital de la Puerta Quemada fue instituido en 1374 por doña Elvira Martínez, en unas casas que esta señora tenía junto al postigo que le dio nombre.
El más importante centro sanitario que durante muchos siglos tuvo Guadalajara fue el Hospital de la Misericordia, fundado en 1375 por doña María López, quien dejó todos sus bienes para el mantenimiento del hospital, que ha sido, es y será refugio de los pobres entermos, así de esta ciudad como de toda su comarca. Por lo viejo que estaba, en 1632 se levantó un nuevo edificio, con un patio clasicista, sobrio y elegante, y una iglesia, donde se veneraba a la Virgen de la Misericordia, y donde se representaban comedias en el buen tiempo. Lo regentaron durante dos siglos los religiosos de San Juan de Dios, y estaba en la calle que hoy lleva su nombre. Hubo otros hospitales, como el de Santa Ana, el de San Ildefonso, y el de la Torre, que estaba sencillamente ocupando el espacio interior del que hoy llamamos Torreón del Alamín, una vieja torre albarrana de la muralla medieval.
Llegada la revolución liberal, tras la Guerra de la Independencia, y con la desamortización de los bienes eclesiásticos, en nuestra ciudad se dio vida al Hospital Civil que tuvo asiento en el antiguo monasterio de monjas jerónimas de los Remedios. Finalmente, en tiempos de la II República, a partir de 1931, se inició la construcción del Hospital Provincial, con los fondos públicos que reservó para ello la Diputación Provincial. Sobre el solar del derruido comnvento de la Merced, cercano al río, se alzó esta institución modélica que vió pasar médicos de prestigio y sirvió para dar el primer gran empujón moderno a la asistencia sanitaria pública entre nosotros. Hoy, remodelado y ampliado, es el Centro Sanitario “La Merced” que a punto está de abrir sus puertas,
La creación de la Seguridad Social y del Seguro Obligatorio de Enfermedad, durante el periodo de gobierno del General Franco, supuso un nuevo aliento a la prestación sanitaria, que se acercaba, así, a todos los trabajadores. En Guadalajara se construyó e inauguró en 1954 la primera Residencia Sanitaria de la Seguridad Social, que fue el antecedente de nuestro actual Hospital, y el germen de una cantera de profesionales (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores…) que conformaron lo que hoy es una realidad espléndida.
Pequeña y ya ahogada por el desarrollo urbano de la ciudad, la Residencia fue sustituida por este Hospital que, tras años de proyectos, y prefacios, vió cumplida su terminación e inauguración el 25 de enero de 1982. De entonces acá, un cuarto de siglo de continuo desarrollo, de llegada de nuevos profesionales (también de despedidas de otros, siempre recordados) de implantación de nuevas técnicas, abarcando una población creciente, con una asistencia sanitaria de cariz universal, y con unos proyectos que no cesan, porque la realidad lo demanda, de ampliación y mejora en todos los órdenes.
Gentes y hazañas
En el libro que recoge la memoria de nuestro Hospital Universitario, se suman las salutaciones de sus rectores actuales o iniciales, a las referencias amplias de sus jefes de servicio, sección y unidades, desgranando lo que en este tiempo se ha hecho, y a cargo de quienes ha estado tanta atención diaria y tanto trabajo meticuloso. Porque cada uno de los servicios, secciones y unidades, como cada uno de los hombres y mujeres que en sus distintas categorías y profesiones los han conformado este tiempo, tienen una larga historia que contar.
No cabe hacer ahora (sí habrá que hacerla, en su momento, cuando la perspectiva sea todavía mayor, y la altura a la que suba se consolide, por ejemplo, cuando se abra –y va quedando menos- la ampliación prevista y tan necesaria) una historia del centro, sino un breve recuerdo de lo que en estos 25 años se ha sucedido (cada año, cada mes incluso, ha habido alguna novedad) entre mejoras y sobresaltos: aumento continuo de plantilla, hasta llegar a estar formada actualmente por más de 2.000 personas y ser, sin duda, la empresa con mayor número de empleados de toda la provincia; obligado cambio de cara cuando hubo que renovar entera la fachada, con sus largas obras; ampliaciones permanentes, tratando de llegar, en todo momento, a la ubicación perfecta de servicios, secciones y unidades, y a la ampliación de espacios para mejorar la asistencia. Llegada de nuevos servicios, de nuevas ideas… una de las esencias, sin duda, de nuestro Hospital, aunque ya había llegado a la vieja “Residencia” en sus últimos años de utilización, ha sido la implantación de las enseñanzas universitarias de Medicina y Enfermería, lo que ha supuesto, entre otras cosas, la adquisición del actual calificativo oficial, el de ser Hospital Universitario, perteneciente (fue el primero de los tres con que ahora cuenta) a la Universidad de Alcalá de Henares.
La permanente presencia de alumnos de la licenciatura (hoy muchas más alumnas que alumnos) y de médicos residentes que hacen sus especialidades en permanente trabajo hospitalario, alegra y dinamiza el cotidiano quehacer profesional.
Durante estos veinticinco años han desfilado por sus plantas notables médicos y cirujanos, la asistencia técnica a cargo de enfermeras y diplomadas en enfermería ha sido de primera línea, y el resto de los profesionales, desde auxiliares de clínica, a celadores, técnicos de mantenimiento, administradores, secretarias e informáticos, ha puesto en un notable primer puesto al hospital alcarreño.
Para celebrar este 25 aniversario de la apertura del Hospital Universitario de Guadalajara, y durante un periodo completo de un año, han tenido lugar numerosas actividades que han puesto de manifiesto, siempre, la actitud de servicio del centro, la alegría y dinamismo que emanan todos sus trabajadores, y sus múltiples capacidades para hacer otras cosas, que humanamente les hacen crecer y ser mejores: concursos de narración, de poesía, de dibujo, de fotografía; exposiciones de pintura y artesanía; carreras pedestres y campeonatos de golf, además de una serie variada de actos que han conseguido unir los ánimos, dar cohesión a este pluriforme cuerpo de gentes que forman el latido humano del Hospital.
Una comisión que se formó, siendo directora gerente de este Hospital la doctora María Antonia Pérez León, y que ha continuado con el apoyo decidido del actual doctor Carlos Armendáriz Estrella, y del director médico de Docencia e Investigación, el doctor Pedro Carlevaris, bajo la presidencia de quien fuera primer director del hospital, y durante muchos años (recientemente jubilado) jefe de su Servicio de Medicina Interna, el doctor Julio de la Morena, ha trabajado casi a diario para dar voz y movimiento a esta iniciativa tan atractiva, que culmina ahora con una serie de actos, y un gran libro, que es, como todos los libros, el testigo más cierto, más duradero, más fiel, de todo cuanto ha pasado durante estos 25 años (de 1982 a 2007) en el Hospital Universitario de Guadalajara.