La conquista de Molina según Zurita

sábado, 1 agosto 1981 0 Por Herrera Casado

 

Uno de los puntos de la historia del Señorío de Molina, que aún permanecen más oscuros, es el referente a su reconquista y primer poblamiento ¿Fue Castilla o Aragón el Estado cristiano medieval que sustituyó a los árabes en el dominio de la comarca? ¿Cuándo y cómo entró don Manrique de Lara en posesión del territorio molinés? Estas preguntas, hoy ya más o menos afirmadas en el conocimiento de todos, han ido siendo contestadas por diversos historiadores a lo largo de las últimas centurias.

Hemos revisado a fondo algunos textos originales de los siglos XVI y XVII, en los que diversos historiadores de Aragón y de Molina se ocupan del tema con más o menos extensión y profundidad. Del cotejo de unos y otros textos podrá el lector formarse una idea bastante aproximada de lo que pudo pasar o pasó en aquel remoto siglo XII en el que los reinos de Castilla y Aragón, con sus animosos monarcas al frente, y el genio creador y político de sus hombres, hizo de una tierra desierta y remota cual era el territorio de Molina, un emporio de riqueza y un espejo de prosperidad.

El primero de estos autores que vamos a examinar es el ya clásico y prestigioso Gerónimo Zurita, quien en su magna obra «Anales de la Corona de Aragón» aporta algunas -no muy abundantes-noticias sobre los momentos de conquista de Molina por parte de los monarcas aragoneses, muy en especial dentro de la campaña que en la tercera decena del siglo XII realizó Alfonso I el Batallador por todo el territorio de la antigua Celtíbera. Aunque este autor trabajó a finales del siglo XVI, y editó su obra por vez primera en 1610, en esta ocasión nos hemos servido para el estudio de su trabajo de la reedición de los «Anales de la Corona de Aragón» hechos en Valencia (1967) por el profesor Ubieto Arteta y colaboradores, que la notaron con fuentes y la indicaron.

Dedica esta obra, clásica en la historiografía española, una buena porción de páginas al reinado de Alfonso I de Aragón, dicho «el Batallador» ya por sus contemporáneos. El mismo Zurita expone así la opinión que le merece tan gran monarca, auténtico creador del reino de Aragón en el siglo XII: «Fue el valor de este príncipe tan grande, y él tan diestro y venturoso en las guerras que emprendió contra los infieles, que hubiera adquirido la mayor parte de la gloria que alcanzó después en muchos siglos por grandes príncipes, que sin ninguna contradicción se emplearon en aquella santa guerra» (1).

En un orden cronológico, aparece primero la noticia de la conquista por Alfonso I de la ciudad de Calatayud, importante bestión árabe, y el inmediato repoblamiento del valle del río Jalón: esto ocurrió en el mes de junio de 1120, e inmediatamente «púsose grandísima diligencia en poblarla de gente de guerra porque era la más principal fuerza contra los moros que estaban poblados en las serranías de Cuenca y Molina». Por medio de un Fuero otorgado al naciente común de Calatayud, en 1131, el rey de Aragón marcó los términos de su territorio. El límite sur incluía claramente las aldeas de Anchuela (del Campo), Codes, Milmarcos y Guisema, todas ellas reforzadas con castillos o torreones defensivos de frontera.

Posteriormente, en fecha de 1129, aparece referida la conquista de Molina. Copio a Zurita: «Después continuó la guerra por las fronteras de Molina y Cuenca contra los moros de aquellas ciudades, que, como dicho es, eran su tributarios. Y prosiguió la conquista por aquellas comarcas. Y hallamos en muy ciertas memorias de aquellos tiempos que en el año de 1129 se le rindió Molina y Cuenca contra los moros de aquellas ciudades, que, como dicho es, eran sus tributarios. Y prosiguió la conquista por aquellas comarcas Y hallamos en muy ciertas memorias de aquellos tiempos 1ue en el año de 1129 se le rindió Molina, y quedó toda aquella región debajo su imperio y tributo». Esas «ciertas memorias» que Zurita alega en defensa de esta noticia, son diversos documentos emanados de la Cancillería del monarca aragonés, y que hoy se conservan en el Archivo general de la Corona de Aragón, publicados por el investigador Lacarra en su «Colección de documentos inéditos para la Historia de Aragón» (2).

El año de 1133, en el discurso de la enconada batalla de Fraga contra los moros, murió peleando el rey Alfonso I de Aragón. Uno de sus nobles colaboradores muerto también en aquella ocasión fue don Aymerique de Narbona, de la casa condal de Aquitania, con la que emparentaron luego los Laras, señores de Molina. Parece evidente, aunque Zurita no lo dice expresamente, que don Alfonso el Batallador no hizo en Molina sino el acto de la conquista y toma de posesión, pero sin iniciar repoblación ni actividad civilizadora alguna.

En 1134, el rey de Castilla Alfonso VII, dicho «el Emperador» Por sus contemporáneos, se creyó con derecho al trono de Aragón, y se dirigió a estas tierras en son de guerra. Durante este año ocupó todo el territorio de la Celtiberia, llegando hasta Zaragoza (3). Así pues, en ese año de 1134, Molina y su tierra todavía despoblada, pasaba a depender del reino de Castilla. Pero poco después, en 1135, quedará el territorio molinés en posesión del monarca castellano de una manera legal y pactada. Zurita refiere (4) que en ese año el rey aragonés Ramiro II «el monje» «puso su amistad y confederación con el emperador don Alfonso (VII de Castilla)» entregándole Calatayud, Daroca, Tarazona, Molina y otros lugares y territorios de la margen derecha del Ebro. Aun señala Zurita poco más adelante cómo en 1136, Alfonso de Castilla reinaba, entre otros lugares, sobre Calatayud y su tierra circundante. Cuando, al año siguiente, en 1137, el nuevo rey aragonés, conde don Ramón Berenguer IV, quiso hacer nuevamente paces con el castellano Alfonso, juntos en Carrión «se concretó que se entregasen al príncipe (aragonés) las ciudades de Zaragoza y Tarazona, y las villas de Calatayud y Daroca, y otros lugares que estaban ocupados por castellanos, con juramento y homenaje que por ellos le reconocían señorío». He aquí un punto en el que se mantiene oscura la evolución histórica de Molina. ¿Pasó en este momento de nuevo al reino de Aragón, o bien se quedó definitivamente en el de Castilla? Ni Zurita ni historiador alguno lo especifica, por lo que hemos de colegir, con arreglo a lo ocurrido posteriormente, que el desértico territorio molinés, a pesar de su importancia estratégica, quedó un poco de lado, y permaneció en dominio del rey castellano.

Esta suposición nos la confirma la obra de Zurita algo más adelante, cuando historiando el reinado de Ramón Berenguer de Aragón, nos dice que en 1142 este monarca marcó a Daroca y su común de Villa y Tierra como «la principal fuerza contra los moros». Significa ello que Molina estaba ya por Castilla. Y los límites del Común de Daroca (y, por lo tanto, de Aragón) son, entre otros, éstos: Atea (en el Jiloca), Cimballa, Cubel, Torralba, Odón, Ródena, y señala incluso a Cubillejo y Zafra como límites extremos, especificando de ellos «que son dos lugares de tierra de Molina» (5).

El tema que, aun sin mentarse, subyace be la crónica de Zurita, es la indecisión que en esos primeros años (1129-1142) se mece sobre la pertenencia de la tierra de Molina. Ya hemos visto la probable sucesión de los hechos: 1129, conquista de Molina por Alfonso I; 1134, ocupación guerrera por parte de Alfonso VII; 1135, ocupación pactada del territorio por este monarca; 1142, aparece netamente como territorio castellano. Dice así Zurtia: «Una de las mayores contiendas que hubo entre estos reyes fue por el señorío de Molina, pretendiendo cada uno que era de su reino, y por el rey de Aragón se aducía haber sido de la conquista de sus predecesores, y que fue ganado por el Emperador don Alfonso I el Batallador, y era estado que le codiciaba grandemente cada una de las partes». Entonces, como para aclarar este tema, Zurita se deja llevar por la leyenda que el Conde don Pedro de Portugal en su «Libro das Linhages» propagó en el sentido de que ambos reyes propusieron como mediador en este tema a don Manrique de Lara, cortesano del castellano y compadre del aragonés, comprometiéndose ambos a aceptar la solución que éste diese al conflicto. Manrique dijo que él se quedaba con el territorio en calidad de señorío, y así zanjaba el asunto. Los autores modernos (6) juzgan la leyenda como fantástica.

¿Cómo pasó el señorío de Molina a behetría de linaje de los Laras?

Ni documentos ni crónicas han dicho todavía palabra sobre el tema. La leyenda no aclara nada, la historia no encuentra razones. Será un punto oscuro todavía. Pero creemos que los datos aportados por Gerónimo Zurita en sus «Anales» respecto a la reconquista de Molina son, de todos modos muy interesantes.

(1) ZURITA, G.: Anales de la Corona de Aragón, edic. de Ubieto Arteta y cols.; Valencia, 1967; tomo 1, pág. 144.

(2) LACARRA, Colección de documentos inéditos para la Historia de Aragón, documentos 146, 147, 148, 149, 151 y 324.

(3) Cff. LACARRA, op. cit. docs. 86 y 89.

(4) Cf la Crónica del Monasterio de San Juan de la Peña, edic de Ubieto, pág. 93

(5) ZURITA, G, op cit., tomo I pág 20.

(6) y así UBIETO en las anotaciones al texto citado de ZURITA, tomo II, pág.308.